Libro: SEDA de
Alessandro Baricco.
Datos sobre el autor,
época
y la estética literaria del autor/libro:
Alessandro Baricco
nació 25 de enero de 1958 en Turín
Italia. Es novelista, periodista italiano, también licenciado en Filosofía,
se convirtió en un fenómeno literario mundial con la publicación de la novela Seda
1996, traducida a diecisiete idiomas. Sólo en España ya ha
superado las 40 ediciones.
También ha trabajado
en televisión. En 1993 presentó el programa L’amore è un
dardo, dedicado a la lírica. En 1994 fue ideado y presentador de
un programa dedicado a la literatura denominado Pickwick, en el
cual se trataban tanto la lectura como la escritura, junto con la periodista
Giovanna Zucconi. Fue tras estas experiencias televisivas cuando fundó en Turín,
junto con otros asociados, una escuela de técnicas de escritura a la que le dio
el nombre de Holden (como el protagonista de la novela El guardián
entre el centeno, de J. D. Salinger.
En 2003 colaboró con el dúo francés
de música electrónica Air en el disco City
reading (Tre storie western), en el que él leyó fragmentos de su novela City.
Las novelas de Baricco oscilan siempre entre
lo real y lo onírico (de los sueños o relativo
a ellos). El estilo se caracteriza por una concepción personal del ritmo
narrativo y sobre todo de una cierta idea de la estética, sirviéndose para ello
de la experimentación de variados giros y registros.
En la temática, Baricco se sirve de entornos
irreales y personajes forzosamente imposibles, cuyo denominador común en última
instancia es la incesante búsqueda y consecución de deseos y sueños para,
paradójicamente, explorar y revelar a través de ellos con toda su crudeza los
rincones del alma humana.
La imagen surrealista de su obra es siempre
presentada por un narrador imposible como sus personajes, quien nunca hace un
juicio de éstos, solo presenta a cada cual con la ilusión de ser comprendidos
por el lector, quien normalmente se identifica con alguna de las
características del personaje.
Para sus críticos es demasiado celoso de la
forma e insoportablemente naïf;
para sus seguidores, un genio del estilo y la temática. El autor, en cualquier
caso, ha desarrollado un estilo muy personal que lo sitúa entre los escritores
italianos de relevancia dentro de su generación.
Este libro es un best
sellers porque alcanzó un altísimo número de venta en poco tiempo.
El momento histórico
en que se basa la novela es en la década
de 1860.
La estética literaria,
es una manera de escribir literatura de la manera que se registra en un momento
y en un país o varios.
Los textos literarios
cambian de acuerdo con las diversas situaciones políticas y culturales que cada
país ha vivido y vive a través del tiempo. Este hecho hace que los autores
tengan ciertos intereses a la hora de escribir.
Época de autor se adentra en el paisaje de esta mutación de
época con extraordinaria agudeza; con esa profundidad disimulada bajo la
ligereza que caracteriza su modo de narrar. Quizá Baricco sea un escritor del
siglo XIX más que del XX.
Periodización
de la literatura: Período Literario:
Posvanguardismo:
desde mediado del siglo XX. Las características son:
*postura
critica hacia los medios y la incomunicación, protesta y denuncia de lo absurdo
y lo ridículo de la sociedad.
*Actitud
posmoderna al mundo.
*Desafío
al lector: inversión del tiempo, cambio inesperado de narrador, inclusión de
una realidad dentro de otra.
*Se
busca, ahora, la experimentación.
ENTREVISTA CON ALESSANDRO BARICCO
Bartleby vive y es
italiano
De paso por Buenos Aires,
invitado para participar de la Feria del Libro, el autor de las novelas “Seda”
(que lleva vendidos en el mundo más de 47 millones de ejemplares) y “Tierras de
cristal”, entre otras, así como de los ensayos reunidos en “Los bárbaros” y
“Next”, responde –lacónicamente, como Bartleby, como Samuel Beckett– algunas
preguntas.
Por
Guillermo Piro
Alessandro Baricco no
ama las entrevistas. A decir verdad, este escritor italiano nacido en Turín en
1958 las detesta. Su e-mail, en cuya casilla se amontonan los pedidos de
periodistas de todo el mundo para entrevistarlo, tiene un nick que hace perder
todas las esperanzas desde el vamos: “bartleby”. El “Preferiría no hacerlo” que
una y otra vez contesta el personaje del célebre relato de Herman Melville
funciona, en su caso, como un anticipo de lo que al periodista le espera.
Pero como invitado especial a la Feria del Libro de
Buenos Aires, no tiene otra alternativa. De hecho, en su corta visita de cinco
días a la Ciudad, no dejó de conceder entrevistas, dejarse fotografiar y firmar
cientos y cientos de ejemplares de sus libros. De modo que, al concluir la
entrevista pública con el que suscribe en una atestada sala Jorge Luis Borges,
el requerimiento de Baricco resulta, cuando menos, sorprendente:
—¿Creés que sería posible que me entrevistara con Víctor
Hugo Morales?
—¿Querés que Víctor Hugo te entreviste?
—No, no –se apresura a decir–, no hablo de una
entrevista, quiero encontrarme con él, lo admiro.
—¿Y a qué se debe tu admiración por Víctor Hugo?
—Bueno, amo el fútbol, y considero al fútbol una de las
formas que puede adoptar la épica. De modo que un cronista deportivo no es otra
cosa que un narrador, y no conozco en ese sentido mejor narrador que Víctor
Hugo Morales. Además quiero conocerlo porque uno de los personajes del libro
que estoy escribiendo actualmente es un relator deportivo.
—Supongo que sabés que, además, Víctor Hugo es un gran
melómano, como vos...
No lo sabía. El encuentro inusual tuvo lugar dos días
después en un restaurante de Avenida de Mayo y Tacuarí. Víctor Hugo, un tanto
sorprendido, evaluaba la conveniencia de entrevistarlo en su programa de radio,
a lo que Baricco, como un nuevo Bartleby, se limitaba a decir:
—Hagamos lo que te haga feliz. Yo sólo quiero oír tu voz...
Los oyentes de La mañana, el programa que conduce Víctor
Hugo todos los días por Radio Continental, fueron testigos de ese encuentro. Al
final, deambulamos por la Plaza Roberto Arlt.
—Arlt sufría de problemas cardíacos y frecuentes dolores
de estómago. Había estado internado en un sanatorio y le habían recetado unas
inyecciones. Cuando murió, su viuda encontró en su escritorio todas las
inyecciones que, él decía, se hacía poner en la farmacia del Círculo de la
Prensa...
La historia de Arlt parece gustarle –imagino–, porque de
algún modo reafirma su teoría acerca de la inadaptabilidad social de los
genios.
—Siempre quise saber por qué “Castelli di rabbia”
(“Castillos de rabia”) fue traducido como “Tierra de cristal”...
—Es un libro que escribí en un período particular de mi
vida, cuando estaba muy enojado conmigo mismo. Por eso la rabia. Los castillos,
en cambio, tienen que ver con el niño que sueña y construye su propio mundo. En
cuanto al título Tierra de cristal, sucedió que en el original hay un pequeño
juego de palabras: sabbia-rabbia, que en español se perdía completamente
(“arena-rabia”). Fui yo mismo quien eligió Tierra de cristal.
—Tus novelas siempre están ambientadas en el pasado, ¿por
qué?
—Porque cuando quiero escribir sobre el presente prefiero
hacerlo con un artículo, no con una novela. Hay historias que surgen en mí y me
parecen importantes, pero siento que desde ese momento no pertenecen a un
tiempo o a un lugar definido. Son como mundos separados del resto, con sus
propias leyes. Cuando escribo novelas, el presente no tiene nada que ver.
—¿Por qué tus personajes tienen siempre nombres tan
extravagantes?: Hervé Joncour, Rail, Bartlebloom...
—Extravagantes no sería la palabra apropiada, yo diría
musicales. En todo caso nacen de manera extravagante, que es otro modo de
llamar a la casualidad. El asunto es que no consigo escribir historias con
nombres normales, lo que, volviendo a lo que hablábamos hace un rato, me
mantiene alejado de escribir historias contemporáneas, porque apenas me imagino
escribiendo “Marisa entró en la habitación...” se me viene todo abajo. Es mi
límite. Además porque, pienso, siento veneración por los nombres que Dickens le
ponía a sus personajes: Ebenezer Scrooge, Pecksniff, Nicholas Nickleby,
Pickwick...
—En los años 80 el diario francés “Libération” realizó
una encuesta a nivel mundial entre 300 escritores, respondiendo a la simple
pregunta “¿Por qué escribe usted?”. Hay allí respuestas un tanto lacónicas,
como la de Samuel Beckett, que se limita a decir: “Porque es lo único que sé
hacer”. Pero también las hay mucho más extensas, como la del entonces joven
Jean-Marie Le Clézio, que ante la pregunta rememora un momento de su infancia y
concluye: “Bien, por eso escribo”. Siempre lamenté que “Libération” no hubiera
de algún modo actualizado esa encuesta, reeditando ese libro pero extendiendo
la pregunta a 300 escritores más. ¿Cómo responderías hoy a esa pregunta?
—Debo decir que la respuesta de Beckett me resulta muy
tentadora por lo justa. Lamento decepcionarte, pero tendré que ser lacónico yo
también. Hoy respondería “Porque es lo único que sé hacer”. Tal vez agregaría
que porque es una de las tres cosas que me dan más placer. No me preguntes
cuáles son las otras dos.
Bibliografía: http://es.wikipedia.org/wiki/Alessandro_Baricco